Cuidarnos para llegar a ser nuestra mejor versión
- Mercè Brey
- hace 6 días
- 2 Min. de lectura
Vivimos en un mundo que nos empuja a hacer, lograr, rendir. Y en ese ritmo vertiginoso, muchas veces nos olvidamos de algo esencial: no podemos dar lo mejor de nosotras si no estamos bien.
Ser nuestra mejor versión no empieza con una agenda llena ni con cumplir todos los objetivos. Empieza mucho antes, en un espacio más íntimo: el cuidado de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma.
"Cuidarnos no es un lujo, es una necesidad. Porque una mujer que se cuida tiene muchas más posibilidades de llegar a desarrollar su mejor versión, a sentirse mejor".
Cuidar el cuerpo: escucharlo con respeto
Nuestro cuerpo no es solo una carcasa: es nuestro hogar, donde habita la esencia que somos. Cuidarlo no significa ajustarlo a un ideal estético, sino escucharlo con respeto. Dormir lo suficiente. Movernos con mimo. Comer lo que nos nutre. Sentir el sol en la piel. Respirar profundo.
Cuando honramos el cuerpo, no solo ganamos energía: también nos reconectamos con nosotras mismas. Y eso se nota en cómo nos relacionamos, cómo decidimos, cómo lideramos.
Cuidar la mente: bajar el volumen del ruido externo
Nuestra mente también necesita descanso. Silencio. Tiempo sin estímulos ni exigencias. Cuidarla es aprender a pausar, a poner límites, a decir "no" sin culpa. Es tener el coraje de bajar el volumen del ruido externo para poder escuchar lo que nos susurra nuestro interior.
Una mente sobrecargada no puede crear, ni enfocarse, ni decidir de forma acertada. Pero cuando nos damos permiso para cuidar lo que emerge de ella, nuestros pensamientos, ahí la mente se convierte en nuestra aliada.
Cuidar el alma: conexión, propósito y sentido
El alma se cuida cuando nos conectamos con lo que nos mueve por dentro. Con una conversación sincera, un paseo en la naturaleza, una canción que nos emociona, un rato sin prisa. Se cuida cuando hacemos cosas con sentido, cuando nos damos tiempo para ser y no solo para hacer.
El alma no entiende de productividad. Entiende de presencia, de belleza, de vínculo. Y cuando el alma está cuidada, todo lo demás se alinea.
No es egoísmo. Es responsabilidad.
Cuidarnos no es un lujo, es una necesidad. Porque una mujer que se cuida tiene muchas más posibilidades de llegar a desarrollar su mejor versión, a sentirse mejor.
Así que hoy quiero recordártelo (¡y recordármelo!): no hay mejor inversión que el autocuidado.
No solo para ser más productivas o lograr más metas. Si no también para ser más nosotras, para sentirnos más completas. Para ser, poco a poco, nuestra versión más potente y más verdadera.