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Amamos, rechazamos, ignoramos: nuestras tres formas de relacionarnos


Foto de Elijah Macleod en Unsplash
Foto de Elijah Macleod en Unsplash

Con matices y sofisticaciones, los seres humanos tenemos tres formas básicas de relacionarnos con las otras personas: las amamos, las rechazamos, las ignoramos. Veamos sintéticamente los tres grupos:


  • AMAMOS. A este grupo pertenecen aquellas personas que nos caen bien, con las que tenemos afinidad, con las que compartimos valores, propósito, gustos, intereses… las sentimos cercanas y tenemos una tendencia natural a favorecerlas.

  • RECHAZAMOS. Aquí englobamos a esos seres que nos crispan los nervios, que nos sacan de quicio, que nos desesperan… también a las personas que no comprendemos, con las que no compartimos nuestro punto de vista o nuestras preferencias.

  • IGNORAMOS. La gran mayoría de las personas que están a nuestro alrededor forman parte de esta tercera categorización. Personas que trabajan en nuestra empresa, que viven en nuestro edificio, que van al mismo gimnasio o centro de yoga, que nos cruzamos a menudo por la calle… formamos parte de un enorme conglomerado de seres humanos que, aún aglutinando un sinfín de matices que nos enriquecerían, ignoramos por estar inmersxs en una vorágine rutinaria.


Nuestro bienestar y nuestro crecimiento como profesionales, como personas, tiene mucho que ver con el tamaño de nuestro primer círculo. Cuanto mayor es el grupo de personas a las que amamos (si te incomoda el término amar, puedes substituirlo por apreciar) más bienestar y capacidad de desarrollo.


Es interesante focalizar nuestra atención en intentar ir trasladando relaciones de los grupos dos y tres al primer grupo. Un par de tips que pueden ayudarnos en esta tarea:


  • Nuestros modelos mentales están condicionados por estereotipos y prejuicios. Poner atención a nuestros sesgos inconscientes es imprescindible para superar el rechazo e ignorancia de aquello que, por ser distinto, podamos interpretarlo como una amenaza.

  • Ponerse como reto entablar relación con, por ejemplo, una persona nueva a la semana. Puedes tomarte un café con esx compañerx de trabajo con quien nunca intercambias una sola palabra o entablar conversación con esa persona que, a menudo, te encuentras en el metro o en autobús.

  • De lo que se trata es de pararse unos momentos, salir del piloto automático y de darse cuenta de cuantísima riqueza puedo agregar a mi día a día. Salir de mi zona de confort y permitirme experimentar en la zona de expansión.


Como afirma la programación neurolingüística, las personas evolucionamos modelando el comportamiento ejemplar que observamos en personas que nos rodean. Por tanto, cuanto más amplio sea el círculo de «amadxs» más posibilidades de que mi desarrollo profesional y personal se acelere.


¿A quién vas a conocer hoy?


María e Isabela
María e Isabela

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