EL RECHAZO AL PODER FRENA NUESTRO DESARROLLO PROFESIONAL
- Mercè Brey
- 8 abr
- 2 Min. de lectura
Hace pocos días, en una formación que estaba dando a mujeres directivas, les pregunté a las participantes: ¿qué opinión tenéis del poder?
Estas son algunas de sus respuestas:
el poder aísla,
el poder destruye,
el poder produce rechazo,
el poder somete,
el poder es autoritario,
el poder se utiliza en beneficio propio,
el poder es sucio.
En muchos momentos de nuestra historia como mujeres, el acceso al poder nos ha sido vetado o, cuanto menos, condicionado. Por tanto, no es de extrañar que muchas mujeres hoy en día tengan cierta reticencia a manejarlo.
Encontrarme con esta escena en los entrenamientos que hago es muy habitual. Y la propuesta que planteo a renglón seguido suele ser siempre la misma: cambiemos la idea preconcebida que tenemos sobre el poder. Y para ello propongo dos líneas de trabajo:
Resignificar la palabra “poder”. Hablar de poder resulta a menudo complicado. Hay mucho prejuicio (en positivo y en negativo) escondido entre sus letras que hacen de este vocablo algo extasiante o aborrecible. Pero, ¿qué pasa si vemos el poder como una energía, más concretamente como la energía de la posibilidad? (Puntualizar que la palabra “poder” viene de “pote est”). Entonces deja de ser algo externo para convertirse en algo a lo que yo doy significado. Es decir, depende de mí el uso que haga de dicha energía.
Pasar de una creencia limitante a una creencia potenciadora. Nuevamente, se trata de cambiar la mirada. Por ejemplo, de la creencia limitante “el poder corrompe” pasar a la creencia potenciadora “bien usado, el poder transforma vidas”.
Te animo a que revises qué significado profundo le estás dando a la palabra “poder” y que, si descubres alguna que otra creencia limitante, no dudes en resignificarla.
No renuncies a la energía de la posibilidad, ¡es tu poder!