El mentoring resulta ser una excelente herramienta para el desarrollo de cualquier profesional. Se trata de un efectivo elemento de acompañamiento al despliegue del talento y también tremendamente útil para ese último empujoncito que tan bien nos viene para lanzarnos a asumir mayores cuotas de responsabilidad. Se fundamenta en que una persona profesional, competente y con experiencia (mentor o mentora) apoye a profesionales con potencial (mentorizado o mentorizada), transmitiéndoles conocimiento, experiencia y puntos de vista que les orienten, inspiren y desafíen en pro de su desarrollo. Que les ayuden a eliminar creencias limitantes, a fortalecer su autonomía, a desplegar nuevas habilidades. En resumen, que aceleren su crecimiento.
"Ese último empujoncito que tan bien nos viene para lanzarnos a asumir mayores cuotas de responsabilidad"
¿Por qué un mentoring específico para mujeres?
Hasta aquí, neutro. Ni sexo ni género diferencial. Entonces, ¿Por qué puntualizo en el título “mentoring para mujeres profesionales”? Pues porque la historia grupal de unos y otras condiciona nuestra forma de abordar el reto profesional. Una historia repleta de matices y sutilezas capaces de detonar progresos y abandonos. Te cuento someramente:
Durante miles de años las mujeres hemos estado en lo que llamamos la esfera privada. Ese lugar en la sociedad donde las mujeres estábamos a cargo del cuidado. Ya sea de la casa, de familiares, etc. Ahí desarrollamos una serie de habilidades necesarias para esos menesteres, como por ejemplo la empatía, la capacidad de colaborar, de llegar a consenso, la flexibilidad o la intuición.
En este mismo período de tiempo, los hombres estaban mayormente ubicados en la llamada esfera pública, un espacio donde se conjugaban verbos como batallar, legislar, comerciar, competir o gobernar. Un lugar donde eran requeridas otras habilidades más cercanas a la osadía, la capacidad de tomar decisiones, el pragmatismo, la valentía o la fuerza.
Cabe puntualizar que ambos grupos de atributos son patrimonio de unas y otros, pero que por circunstancias, cada colectivo ha entrenado con una intensidad determinada unas habilidades concretas.
En las últimas décadas (sí, sí décadas, no miles de años) se ha dado un trasvase masivo de mujeres desde la esfera privada a la pública, donde esas habilidades entrenadas con tanto ahínco por las mujeres durante tanto tiempo son menos valoradas. Dicho de otro modo, las reglas de juego en la esfera pública favorecen en mayor medida las habilidades que vemos más desarrolladas en el grupo hombres. Lo que constituye, bajo mi punto de vista, una desventaja competitiva para el grupo mujeres.
Esta necesaria adaptación a un contexto que, a menudo, resulta algo hostil para el grupo mujeres, genera una serie de dificultades y tropiezos en su desarrollo profesional.
¿Qué dificultades enfrentan específicamente las mujeres en su desarrollo profesional?
Para que resulte más didáctico, agrupo estas dificultades en tres grandes bloques.
Barreras. Aquí encontramos los sesgos inconscientes, esos modelos mentales que tienen su expresión en los estereotipos. Me refiero a ese pensamiento común relativo a un grupo social. En lo que nos ocupa en este artículo, sería un pensamiento común respecto al grupo mujeres. Por poner algún ejemplo, “las mujeres son muy emocionales”, “priorizan la vida familiar a la profesional”, “les cuesta tomar decisiones”, etc.
Boicoteadores. De las barreras nacen lo que yo llamo boicoteadores internos, que encuentran su máxima expresión en algo tan frecuente como el Síndrome de la Impostora (sentirse inadecuada o que no se es suficiente) o el Síndrome de la Carga Mental (sobrecarga cognitiva o/y emocional muy relacionada con la responsabilidad real o sentida de lo que acontece en la vida familiar).
Obstáculos. Este tercer gran bloque tiene que ver con el recorrido temporal estándar en el desarrollo profesional de la mujer. Una etapa inicial, que abarca los cinco o seis primeros años en el mundo laboral, donde se produce lo que llamamos el Peldaño Roto, siendo ese desengaño que sufren en torno al 60% de las mujeres, al ver que se aplican criterios distintos para valorar el talento de unas y otros. La siguiente etapa tiene su correspondencia para muchas mujeres en la maternidad. Sin lugar a duda el mayor escollo, lamentablemente con demasiada frecuencia insalvable, en el desarrollo profesional de la mujer. Y finalmente, nos queda otro gran elemento desincentivador plasmado en el conocido Techo de Cristal, ese obstáculo invisible que impide el acceso del talento femenino a puestos de alta responsabilidad.
A pesar de lo mucho que hemos avanzado como sociedad en términos de equidad, estas barreras, boicoteadores y obstáculos siguen mermando el desarrollo profesional de muchas mujeres talentosas.
¿En qué consiste el mentoring específico para mujeres profesionales?
Si queremos realizar un proceso de mentoring eficiente, es preciso que, como mentoras y mentores, conozcamos en profundidad estas dificultades a las que se enfrentan muchas mujeres. Precisamos aprender a detectarlas en nuestras mentorizadas y a enfocar nuestro acompañamiento a que encuentren su propio camino para saltar esas barreras, neutralizar boicoteadores y derrumbar obstáculos.
El mentoring específico para mujeres profesionales se divide en dos partes diferenciadas:
Un primer bloque donde se define qué es y que no es el mentoring, cuáles son sus requisitos, cuáles son las fases, cómo se desarrollan los distintos encuentros (preparación de la primera sesión, las intermedias y la de cierre), cómo se fija el objetivo a trabajar y su plan de acción, qué actitudes fundamentales requiere, etc.
Y un segundo bloque donde se profundiza en las barreras, boicoteadores y obstáculos mencionados anteriormente y las herramientas de las que puede disponer el mentor o la mentora para acompañar el despliegue de su mente.
Como afirma la programación neurolingüística, las personas evolucionamos modelando el comportamiento de otras personas que consideramos exitosas. De este modo, facilitar un proceso de mentoría a una mujer talentosa contemplando más allá de su individualidad, entendiendo lo que subyace como miembro de un grupo determinado, con unas particularidades y detonantes que trascienden a la propia persona, es un aporte extraordinario para su desarrollo.
Si deseas profundizar en esta visión específica del mentoring para mujeres profesionales, ¡no dudes en contactarme!
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