Por estas latitudes estamos ya inmersxs en período vacacional. Momento de cambiar de ritmo, de descansar, de recargar energía. De llevar a cabo esas actividades que hemos relegado durante el año, a menudo por falta de tiempo. Ir a conciertos, al teatro, cenitas con amigxs que hace tiempo que no vemos, lecturas pendientes…
A mí me gusta destinar también un espacio de tiempo a pensar. A revisar lo que ha acontecido durante el primer semestre del año, a diseñar el tramo que nos queda hasta finalizarlo. Un momento de calidad para imaginar y crear.
Sin que suene demasiado rimbombante, me gusta llamar a este quehacer mi Plan Estratégico Personal. Es una actividad introspectiva que combina una revisión en torno a cómo me siento en este momento del año con una mirada pragmática, enfocada en el análisis y la acción.
"Un momento de calidad para imaginar y crear"
Por si te es de utilidad, te comparto los cinco pasos en que divido mi Plan Estratégico Personal. Aquí los tienes:
1. Reflexión personal. Este primer punto tiene que ver con cómo me estoy relacionando con las circunstancias que me rodean y cuya gestión solo depende de mí, de un cambio en mi mirada o de actitud. Para chequear y trabajar mi estado de ánimo utilizo estas tres pautas.
a. Que me drena y que me da energía. En primer lugar, me centro en listar aquellas actividades o tareas que, o bien me drenan o bien me cargan de energía. Una vez hecha la relación, toca gestionar lo que me drena ya sea viendo la manera de soltar o delegar esas actividades. Con respecto a lo que me recarga la energía, se trata de mantener o, a poder ser, potenciar estos quehaceres.
b. Áreas de mejora. Consiste en reflexionar y listar esas áreas donde quisiera ver mejoras. Por ejemplo, más resolutiva en la respuesta a peticiones de colaboración o quizás más regularidad en la práctica de la meditación.
c. Establecer metas para cada área de mejora. Es decir, concretar un objetivo para cada elemento del punto anterior.
2. Análisis de la situación actual. Este segundo punto está relacionado con lo que acontece más allá de mi propia persona y que requiere de la intervención de terceros.
a. Evaluación de obstáculos. Requiere analizar aquellas dificultades externas que pueden estar mermando mi desempeño. Por ejemplo, prestaciones insuficientes de un proveedor o poco compromiso de un colaborador o colaboradora.
b. Evaluación de recursos. Derivado del punto anterior, se trata de buscar alternativas para gestionar los obstáculos detectados.
3. Diseño del plan de acción. Una vez tenemos la visión panorámica que nos permite la reflexión personal y el análisis de la situación actual, entramos en la fase ejecutiva del Plan.
a. Definición de acciones específicas para cada obstáculo y meta. Este punto es crucial. Se trata de aterrizar al máximo lo reflexionado y pensado, de concretar acción por acción, cuanto más detalladas mejor.
b. Establecer prioridades. A mí me ayuda en la priorización de las acciones, tener en cuenta su impacto en mi bienestar y en la efectividad de mi trabajo.
c. Establecer plazos. Y toca calendarizar, anotar en la agenda las acciones para que la exigencia del día a día no las ningunee. Para no ponerme una presión desmesurada, intento ser lo más realista posible en cuanto a temporalidad se refiere. Y si las circunstancias lo requieren de forma contrastada y hay que reagendar, pues a reagendar sin remordimientos.
4. Implementación del plan. Entramos en la fase donde el P.E.P. ya está en marcha.
a. Seguimiento y registro de progreso. Considero importante ir registrando los hitos conseguidos, pues me dan sensación de progreso y me animan a seguir con mi Plan. Y, altamente recomendable, celebrar de vez en cuando nuestros pequeños éxitos.
5. Evaluación y ajuste. Este último paso es para mí el que da pie al siguiente Plan Estratégico Personal.
a. Análisis de resultados. Muy importante evaluar qué he conseguido, cómo lo he conseguido, cómo me he sentido durante el proceso, cómo me siento ahora que he finalizado mi Plan, qué puedo mejorar, qué puedo dejar de hacer, qué puedo incorporar, etc.
b. Aprendizajes. Y, por último, dedicar un espacio a anotar los aprendizajes que hemos obtenido durante el transcurso del Plan. Es importante guardar esta información para poderla comparar a medida que vamos ejecutando nuestros P.E.P. Resulta muy útil para desenmascarar patrones que podemos estar repitiendo y que nos lastran en nuestro desarrollo profesional.
Y finalizo compartiendo una última reflexión que es casi un mantra para mí: la clave reside en la constancia y la capacidad de irse adaptando a los cambios y desafíos que surjan en el camino.
¡Felices vacaciones!